Inauguración de la exposición ‘Córdoba Naif’ del pintor cordobés Fernando Guerra Pérez-Barquero.
2 de junio a las 20:30 h.
Sala Julio Romero de Torres del Real Círculo de la Amistad.
Entrada libre.
FERNANDO GUERRA PEREZ-BARQUERO
Pintor cordobés autodidacta, convirtió sus dotes artísticas con el paso de los años en su gran pasión: la pintura. Sus inicios fueron en la pintura naíf; estilo muy colorista y costumbrista, en la que aparecen prácticamente casi todos los rincones de Córdoba. Siempre en aprendizaje continuo, se forma con cursos específicos de arte monográficos en la Escuela de Artes y Oficios Mateo Inurria de Córdoba y con clases de pintura impartidas por Desiderio Delgado. Le gusta experimentar con las texturas, los colores, las técnicas, evolucionando así
su obra naïf a la pintura floral, con trazos sueltos y concretos que muestra la belleza propia de las flores, sin recargos ni artificios, de forma muy natural.
En constante evolución personal, experimenta con la técnica del collage, combinando acrílico y óleos con papel, reconociéndose su habilidad para conjugar ambos elementos
integrándolos en el cuadro. Y lo que es más novedoso, collage con telas de arpillera, impregnadas de certeras pinceladas de pintura creando valoraciones impactantes por sus volúmenes y su plasticidad.
Después de esa crecimiento artístico personal, símbolo de creatividad, inspiración y superación, vuelve con esta exposición Naïf a sus orígenes, con gran admiración y respeto
por el excelente pintor Carlos González-Ripoll. Y lo hace con una serie de obras alegres y espontáneas de colores brillantes y contrastados, que de aparente sencillez técnica son fruto
de un elaborado esfuerzo de expresividad, donde el color como protagonista y la utilización del detalle como factor enriquecedor de la composición, hace que todo adquiera su razón de ser dentro de la historia pintada.
Obra cargada de simplicidad y libertad propia del estilo personal del artista para ofrecer una visión de su ciudad natal sincera y sin artificios, con una insólita capacidad para exaltar
lo cotidiano que hace que el espectador conecte lo que percibe por su retina con lo que siente en su corazón.